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La siesta de menos de 30 minutos se asocia a beneficios en la alerta y a nivel de la función cognitiva y de estado de ánimo.
Las variables que más influyen para que la siesta pueda afectar al sueño nocturno son la hora de la siesta, la duración de la misma, si se está o no acostumbrado a dormir la siesta y la edad.
En los primeros años de vida se duermen siestas y en personas más mayores es habitual siestas de incluso 90 minutos, sin que se observe gran efecto en el sueño.
En adultos por lo general, a más duración de siesta, a menos habituación y a más cercana la siesta a la hora de dormir, mayor posibilidad de que el sueño nocturno se vea afectado.
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