El ejercicio y el sueño son dos pilares esenciales para el bienestar general del ser humano. Juntos, forman una sinergia que impacta positivamente en nuestra salud física y mental.
Realizar ejercicio regularmente no solo fortalece el cuerpo y mejora la capacidad cardiovascular; también tiene un impacto directo en la calidad del sueño. Tanto una sesión de ejercicio, sobre todo a partir de los 60 minutos, como el entrenamiento de manera continuada parecen tener efectos moderados beneficiosos en relación al sueño. . Al mover el cuerpo y gastar energía, creamos un equilibrio que facilita un descanso más profundo y reparador por la noche. Estudios han demostrado que las personas que se ejercitan de manera consistente tienden a conciliar el sueño más rápidamente y a experimentar menos despertares nocturnos.
Por otro lado, un buen sueño potencia los beneficios del ejercicio. Un descanso adecuado permite la recuperación muscular, optimiza la función cognitiva y mejora el estado de ánimo, preparando al cuerpo y la mente para enfrentar una nueva sesión de actividad física con energía y motivación.
Sin embargo, es importante mencionar que el tiempo es clave. En principio, el ejercicio es beneficioso para el sueño en todas sus formas, pero sobre todo si se realiza entre 4 y 8 horas antes de dormir. Ejercitarse muy cerca de la hora de dormir puede tener un efecto contrario, ya que el aumento de la adrenalina, la frecuencia cardiaca y la temperatura corporal puede dificultar conciliar el sueño. Por ello, se recomienda hacer ejercicio al menos unas horas antes de acostarse., especialmente si se trata de ejercicio intenso, no se aconseja realizarlo cerca de la hora de dormir.
En resumen, mantener una rutina de ejercicio adecuada y respetar las horas de sueño no solo mejora nuestra salud y resistencia física, sino también nuestra calidad de vida, bienestar emocional y rendimiento diario. Ambos son aliados que, en conjunto, contribuyen a una vida más saludable y plena.